¿Porqué cuando aparece el nombre de Leonardo da Vinci
en un texto, en una película, la gente abre más los
ojps, escucha con más atención o simplemente se pregunta
qué tenía este señor que lo hacía tan
especial?
Leonardo da Vinci es un reclamo para la novela, ya que fue un pensador,
artista, inventor a quien envuelve un aurea de misterio perpetua
que dispara las imaginaciones más creativas.
Dan Brown nos propone una obra amena, entretenida, llena de referencias
a Da Vinci (y a muchos otros) que nos garantiza pasar muy buenas
horas de lectura. Pero
la obra nos aporta algo más?
Sí, indicutiblemente, según mi opinión, El
Código Da Vinci tiene la extraña capacidad de
hacer soñar al lector con sociedades secretas, tesoros misteriosos
y teoría inimaginables
de manera que puedan paracer
reales. El autor (muy hábilmente) mezcla hechos reales con
elementos propios de su imaginación para crear una obra que
si bien no es redonda, es lo suficientemente interesante para que
se convierta en el best-seller que es.
Como decía, el nombre de leonardo Da Vinci es un reclamo
para el lector, pero Brown no se queda aquí: Mediante una
serie de juegos y enigmas nos introduce en el mundo de la simbología
y de los misterios que esconde una sociedad secreta que hace siglos
que supuestamente existe: El Priorat de Sió (1). El
sangrante asesinato de un conservador del museo del Louvre de París,
la búsqueda de códigos, de leyendas, de enigmas que
nos envuelven a diario; la persecución de un secreto universal,
la búsqueda del conocimiento y sobretodo la lucha titánica
entre la razón y la religuión; entre el misticismo
impuesto y la verdad perdida son las bases para que el autor nos
obsequie con una obra adictiva y viva pero a la que no le faltan
defectos.
Algunos de estos defectos son circumstanciales como el hecho de
que el autor no se documentase correctamente sobre Andorra y no
dijese más que barbaridades sobre este país. Otros
son errores argumentales (llamadas de teléfono que no han
tenido lugar, etc, etc) pero pese a ello, no son lo bastante importantes
para dejarnos un mal sabor de boca.
El lenguaje es muy llano, apto para todos los públicos,
puede que a veces demasiado, cosa que nos hace sentir un poco como
en la escuela, o quizás es porqué el texto estaba
dirigido a un público norteamericano, quién sabe.
Con esta prosa, Brown consigue llegar a todos y confirma lo que
se dice de él: Que es una gran narrador; que sea también
un buen literato, un buen escritor, ya es otra cosa porqué
la calidad literaria de la novela es prácticamente nula.
En definitiva, un libro recomendado a todo el que desee soñar
con secretos que se nos han escondido desde hace dos mil años,
para los que creen que el vaticano nos esconde información,
para los que ven al Opus Dei como una secta algo turbulenta, para
los que disfrutan con los enigmas y con las curiosidades históricas.
Solo añadir para finalizar que el talento real que intuyo
en Dan Brown es de hacernos dudar de hechos que estan verificados
y reverificados por las autoridades interesadas, a hacernos pensar
por nosotros mismos, aunque hay que tomar sus teorías simplemente
como lo que son: teorías. Eso sí, almenos, comparado
con otras novelas afines como El Ocho,
Brown tiene la capacidad de cerrar sus argumentos, y eso le da un
aire más completo a la novela.
(1) Ignoro como se ha traducido en la edición en Español.
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